Como redactora creativa, soy una verdadera fanática de la gramática, la ortografía y los aspectos técnicos de la escritura. Con eso dicho, quiero aclarar que no escribí el titular de este texto porque esté en contra de la escritura bien estructurada — a decir verdad, es una de mis cosas favoritas en la vida. Lo escribí porque estoy convencida que la calidad creativa a veces nos exige renunciar al impulso de tratar los textos como correctores académicos. Intentaré explicar por qué:
La gramática es antigua
Como todos los mayores, la gramática merece respeto. Pero, también como algunos mayores, entiende poco de cómo comunicarse con los jóvenes. Muchas cosas han pasado desde aquellos tiempos en que los antiguos griegos empezaron a desarrollar esta disciplina y muchas cosas seguirán pasando en el futuro. Si queremos que nuestro mensaje sea bien recibido por la gente de ahora, tal vez tenga sentido que dejemos el pasado en el pasado cuando esto aplique.
La gramática está basada en textos escritos
Esta disciplina no considera la forma en que la gente habla. Y, seamos sinceros: por muy correctos que seamos, ¡todos rompemos las reglas al hablar! Hacemos pausas donde no encajan, recortamos frases o usamos jerga que normalmente no usaríamos al escribir.
Y luego está el ambiente creativo, ese espacio donde queremos que la audiencia se sienta cercana a nuestra marca. Queremos que perciban cada interacción como que estuvieran teniendo una conversación. ¿Qué tan lejos vamos a llegar si interrumpimos su lectura con comas o estructuras que no encajan con este objetivo?
La gramática es exclusiva
Ser bueno en gramática se ha convertido en un motivo de orgullo. Y debería serlo. Es un logro, tal vez incluso un talento. Así que estoy de acuerdo en esforzarnos por estructurar cada uno de nuestros párrafos adecuadamente.
Pero recordemos que la creatividad debe ser inclusiva. No estamos buscando dar charlas académicas, ni ganar premios periodísticos. Es más, la única evaluación que vale en un texto publicitario es si este conecta con el público o no. Y nadie conectará con un mensaje distante.
La gramática busca un lenguaje ideal
El objetivo primordial de la gramática es regular los textos, que sepamos cómo hacerlos perfectos, basado en lo que hacían los grandes autores de la antigüedad. Es claro que se actualiza cada cierto tiempo y nuevas reglas van surgiendo, pero nunca deja de valerse de las normas. Y las normas no son otra cosa que límites — los grandes enemigos de una mente creativa.
Ser ideales al escribir emocionaría únicamente a nuestros profesores de la primaria, pero no necesariamente a nuestro público. En creatividad no queremos perfección. Una vez más, buscamos conexión. Tal vez, entonces, esté bien ignorar normas y usar solo mayúsculas, hacer juegos de palabras, usar errores ortográficos para resaltar entre el mar publicitario… lo que sea necesario para lograr lo que nos proponemos.
Entonces, ¿estoy proponiendo que nos olvidemos por completo de la gramática y la escritura correcta? ¡Por supuesto que no! Yo sería la primera en sufrir en un mundo como ese. Solo digo que tenemos que aprender a ser flexibles por el bien de la creatividad. Aquí mi propuesta:
1. Domina la gramática:
Familiarízate con todos los aspectos y normas de esta disciplina. Existen por algo y te irá mejor si sabes cómo manejarla adecuadamente.
2. Conoce tu marca:
Asegúrate de tener claros los objetivos y el tono de la marca para la que escribes.
3. Entiende a tu público:
Averigua qué le divierte, qué quiere, qué odia, qué le entusiasma y, especialmente, cómo habla y cómo le gusta que le hablen.
4. Ahora sí, ¡rompe las reglas!
Si las vas a romper (y te invito a que lo hagas), tienes que saber que es por algo. No porque es divertido, no porque eres rebelde, no porque quieres verte cool. Rómpelas porque hacerlo beneficia a tu marca. La clave siempre estará en el balance ;)
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